Día 156: Venecia
Llego el día, tomamos nuestro tren (que sería ya el último
tren en Italia) y arribamos a la hermosa hermosísima Venecia.
No puedo describirles mi emoción al salir de la estación y tener frente a mi autobuses acuáticos, los canales por todos lados, las maderitas a la orilla de las banquetas y las casas del otro lado.
No puedo describirles mi emoción al salir de la estación y tener frente a mi autobuses acuáticos, los canales por todos lados, las maderitas a la orilla de las banquetas y las casas del otro lado.
Quería llorar.
Rapidito fuimos a dejar las cosas al hostal y regresamos a
Venecia.
Comí pasta una vez más.
Comí pasta una vez más.
Recorrí y crucé cuantas calles y puentes pude.
Guardaba cada imagen en mi cabeza, pero aun así, no podía creer estar ahí.
Esta ciudad sí que empató lo que sentí en Paris.
Guardaba cada imagen en mi cabeza, pero aun así, no podía creer estar ahí.
Esta ciudad sí que empató lo que sentí en Paris.
Definitivamente no me defraudó, ni me defraudará nunca. La
amé.
Tomamos el último autobús de regreso al hostal,
y descansamos.
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