Dia 23: La ciudad S.
Un día común en S, cielo entristecido con esa apariencia ceniza, vientos fuertes que son buena pelea para quien transita con paraguas, todo sea por no esperar que esa ligera brisa se convierta en chubasco.
la Srita. G va tarde otra vez, pero segura de que.. si corre, aún llegará a tiempo, dando por sentado que no será la última en llegar y que -para lo que se ha visto de sus clases- no sera mucho lo que pierda.
Llega, ahí, en ese salón, la única extranjera.
Como ya es natural, nadie habla con ella, no es habitual de un gallego... ellos son fríos y descorteses, como si serlo fuera lo apropiado en su cultura; y bajo este pensamiento Miss G reflexiona sobre lo grosera que debe ser ante sus ojos, además de lo anticuada: Cuadernos para apuntes?
Desde cuando se volvió necesario existiendo simple hojas sueltas?, pues bien, G se aferra a sus principios de educación (en todos los sentidos), y prefiere su fiel cuaderno de notas, a esas hojas pálidas.. como sus dueños.
Acabándose las clases, no queda otra cosa que hacer mas que la comida, un platillo humilde y propio de una cocina austera.. ya algo característico de los llamados erasmus.
Prontamente, y esta vez a tiempo, nuestra peculiar amiga retoma su camino a la facultad, la última clase del día.. y de las mas alegres que ha tomado en el periodo, dónde asisten personas tan groseras como ella, que podía ser?, más extranjeros.
Ya en el aula la sorpresa es que, los pálidos y fríos compañeros gallegos.. no acudieron.
La clase fue solo para los -extremadamente cumplidos- erasmus.
Como es que transcurrió la tarde/noche, es un misterio hasta para la Srita., y es que el tiempo pasa volando cuando uno esta felíz y sin preocupaciones mayores que ir al mandado y hablar con las personas que mas quieres o extrañas.
Así es como termina una noche más en este mágico S, con lluvia.
Comentarios