Quejarse es fácil.
A las personas nos gusta decir quejas.
En mi reciente viaje a Puebla varias veces usé transporte público (que, dato curioso, es mucho mas económico que en mi ciudad), al tomar el autobus que nos movía del hotel al centro, nos topamos con un tramo de aproximadamente 8 cuadras cerrado, asi que por unos 20 minutos escuché al chofer maldecir y en general quejarse de que el municipio/estado arregla todo a luz de dia y provoca problemas de tráfico. Tachando de malos e impertinentes los mantenimientos que se le dan a las calles (las cuales, por cierto, son MUY angostas, y por lo mismo son de un solo sentido cada una, alternando la dirección de éstas entre una y otra).
Soy una persona que, bueno si me conocen ya lo saben, disfruta viajar, y parte del placer es el "actuar como local", asi que para mi fue muy interesante ese recorrido, apesar de que no soporto mucho el escuchar a alguien gritar malas palabras al por mayor. Es curioso como hoy, recuerdo ese momento, esa queja de lo malo que es el mantenimiento de las vías públicas en México.
A las personas nos gusta decir quejas, y hoy leía de otra ligeramente similar, aunque aplicada con sarcasmo: "Gracias Servicios Municipales y Gobierno por mandar arreglar el alcantarillado, con sus taladros y maquinarias...justo ahora". La queja sarcastica aplicaba puesto que en la ciudad de este ciudadano los mantenimientos se realizaban ese dia en su colonia...por la noche. Impidiéndole así dormir tranquilamente (cosa que significa principalmente: Sin ruidos). Esto ocurrió en Lima, Peru. De modo que hoy, gracias a las redes sociales, me entero que hay personas que se quejan por los malos e impertinentes servicios de mantenimiento en Peru.
Mi intención en este escrito no es contagiarlos de esa negatividad que ya de por si abunda, ni señalar el "Nunca satisfaceras a todos". Porque ya sabemos eso.
En Peru, España, Italia, México... sabemos que la satisfacción del público (nosotros) es algo muy dificil de alcanzar, y mientras mas generalizada sea la acción que alguien entregue, más difícil se vuelve lograr la aprobación de todos.
Como dije, a las personas nos gusta quejarnos, y nos pasamos la vida así, como si resolviera algo, o hiciera menos irritable aquello que nos incitó a la queja.
Yo, justo ahora, lo estoy haciendo, pongo entre líneas mis quejas. Pero de nuevo, no es la intención. No es lo que me movió a escribir. Y podría decidir borrar todo y no decir nada, para cumplir con mi propósito, pero hoy no.
¿Ustedes no estan hartos también?
Lo estoy, de recordar mi mes y no poder encontrar un dia en que no haya escuchado, leído, ni dicho algo quejumbroso.
Desde algún momento de la semana pasada, me golpeó duro eso. La gente con la que convivo (o tengo en redes sociales), toda, vivimos de quejas. Pero ese golpe, me hizo tener cuidado e intentado callar.
"Si al hablar, no has de agradar, sera mejor callar" -es una frase de alguna película que vi de niña. Y esa frase me la he recordado todos estos días.
Me he sentido mejor. El deseo de quejarse por cada cosa aun no desaparece, no se si lo hará, pero al menos estoy segura de que no les aumento sus quejas a los demás... y como quisiera que los demás (cof cof, ustedes, cof cof), pensaran en eso también.
Porque si ya sabemos que no hay solución que nos agrade a todos por igual, ¿por qué hacer incapie en eso entonces?
Minimiza tus quejas. No dejes que se apropien de tus palabras. Fortalecete en tus alegrias. Deja palabra para tus bendiciones. Llena tu boca de sentencias que te hagan sentir a ti y a los que te rodean más libre y no más "estresado". Poco a poco, o de un jalón. Como y cuando puedas. Pero intenta. Esa es mi invitación.
La quejumbrosidad no desaparecera del mundo, pero tu ya no seras parte de ella. 🔸
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