Hay personas inmaduras, tontas y que dan pena ajena. Otras son ridículas, idiotas y sinvergüenza. Podrían parecer sinónimos, pero cuidadosamente... no lo son. También existen aquellas que rebasan todos esos límites y muchas veces para referirse a sus acciones se usan palabras altisonantes que no incluyo en mi vocabulario diario. Tu hasta hoy, eres todo eso para mí. Pero cada vez logras sorprenderme, y superarte a ti mismo. Felicidades. Algún día, Dios sabe cuando, lo verás tu también, provechosamente y para tu infortunio lo verás tú, y tú mundo. Ese mundo a quien delicadamente has engañado, saboteado, e hipnotizado. Cercana o lejanamente, el título te valdra poco (por el bien, poco y no mucho). Posiblemente a mí también. Pero ese día, ocurrirá, llegará... y no por mí. Sólo por justicia, sí, justicia. Dios también oye mi clamor. Mi suplica y mis oraciones de perdón y arrepentimiento. También a mi. Pues tu eras todo para mí.