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La torre de copas que adornaba el centro de la sala fue destruida,

Mientras ella se paraba para ayudar, algunas otras personas lo hicieron también, y estaban ahí todos inclinados en el suelo arreglando un poco el desorden.

Ella había olvidado por completo lo que hacía antes de estar ahí, incluso olvido por un lapso de tiempo a la persona que estaba a punto de marcharse.

Conforme pasa el tiempo y siguen recogiendo, la limpieza se vuelve mas una competencia por ver quien termina de juntar mas pronto los cristales de sus alrededores.

Mientras ella junta apresuradamente cristales, guiada por sus instintos de competencia; de reojo observa unas manos que quieren invadir su "región" del piso, así que se apresura y junta mas y mas, y si es posible le "roba" los cristales a aquellas otras manos que, como las de ella, de primera intención querían ayudar.

En uno de esos movimientos de "robo" las manos de ambos individuos quedan una encima de la otra, lo que conlleva a un contacto visual obligatorio, acompañado de una frase dicha por modales, pero con tono monótono:

-Lo siento.

Al mirar ella la faz de su digamos, rival de limpieza, descubre con gran asombro, que ése personaje, ésas manos, y esa voz son las de -Él-

El desconocido dueño de sus desvelos, el asaltante de sus sueños...