No naci muda
Cuando tu voz se apaga. Gritas y ni tu te oyes. Pides ayuda, algo que no conocías , no acostumbras. Buscas desahogarte... en un mar. Directa y abiertamente reclamas lo que es tuyo, lo que piensas, lo que quieres. Y nadie responde. Solo pelean. No hay nada como la soledad entre una multitud. Cuando sufres de dolor tras bambalinas, y de felicidad en el segundo acto. Dios me escucha. Me escuchó. Es la única forma en que recobré mi voz, mi grito, mi yo. La valentía, y el descaro de decir todo lo que las ilusiones ocultaban.